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El expreso político José Balmón narra las torturas que sufrió a manos de Billy el Niño
03/10/2013
Publicada: 03/10/2013
Soy José Balmón Castell, de 70 años, vecino de Córdoba (España), calle San Francisco, 27. Militante del Partido Comunista de España (reconstituido) desde su fundación en 1975, motivo por el que fui detenido varias veces, torturado y encarcelado durante 24 años.
Soy José Balmón Castell, de 70 años, vecino de Córdoba (España), calle San Francisco, 27. Militante del Partido Comunista de España (reconstituido) desde su fundación en 1975, motivo por el que fui detenido varias veces, torturado y encarcelado durante 24 años.
He sabido, con sorpresa y satisfacción, que Ud. ha cursado orden de detención contra varios torturadores fascistas españoles, entre ellos Juan Antonio González Pacheco, alias Billy el Niño. Yo, en una de mis detenciones, pasé por sus garras, por lo que quiero aportar mi testimonio, por si sirviera para que esta mala bestia pague siquiera una millonésima parte del daño causado, aunque no creo que el Estado fascista español entregue a tan eficiente perro de presa que tan buenos servicios ha prestado “a la patria y la democracia”.
Estoy hablando de mediados de diciembre de 1976, en pleno proceso de
“Transición” en el que el PCE(r), casi en solitario, denuncia la maniobra del régimen de
“cambiar algo para que todo siga igual”, y esa osadía era puro terrorismo, tanto para el Estado como para la
“izquierda” ya domesticada y vendida. Yo ocupaba una responsabilidad en la dirección, era clandestino y tenía
documentación falsa. Fui detenido en Madrid por un golpe de azar, por lo que pasaron unas horas hasta que me identificaron. Inmediatamente fui llevado a la Dirección General de Seguridad, en la Puerta del Sol, y entregado al tal Billy el Niño y su equipo de torturadores, especializados en el PCE(r) y los GRAPO.
No perdieron ni un minuto, tenían prisa en hacerme
“cantar” antes de que mis camaradas detectaran mi caída y activaran las medidas de seguridad. Esposado, de pie, en medio de cuatro o cinco malas bestias histéricas de odio: golpes de todo tipo y en todas partes, rebotando como un pelele en esa
“rueda” hasta caer al suelo sin sentido. En cuanto das señales de vida, preguntas y golpes, golpes y preguntas y vuelta a caer. Te levantan, te esposan a una silla, te colocan una
“bolsa” de plástico en la cabeza cerrándola sobre tu cuello, que te produce la asfixia, mientras te golpean por todas partes. Esposado, con las rodillas entre los brazos, te ponen una “barra” de hierro entre las rodillas y los codos y te cuelgan entre dos mesas, quedas suspendido cabeza abajo y los pies arriba, te golpean los pies con vergajos
“reglamentarios”, patadas, puñetazos, insultos, preguntas, amenazas... Cuando ven que
“te vas”, Billy levanta la mano y hacen un descanso, disparan la pistola sobre tu cabeza y te dicen
“esta vez estaba descargada”; si ven que cierras los ojos, te dan un puñetazo o una patada:
¡Habla, hijo de puta, o no sales vivo de aquí!
Sin duda, el
trabajo del torturador es duro, necesitan recuperar fuerzas... Te bajan a los sótanos, por las escaleras hacen amagos de tirarte y casi deseas que lo hagan. Los sótanos son tétricos, húmedos, diseñados para el terror. Estás tirado en el suelo mojado, tiritas de dolor y de frío, los policías tienen orden de no dejarte dormir, golpean los hierros de la puerta, te insultan, te amenazan... No sabes si es de día o de noche. En cualquier momento abren la puerta y te suben en volandas (ya no puedes mantenerte en pie) al
“despacho”... Y vuelta a empezar.
En alguno de esos
“descansos”, te mandan al
“bueno”, te ofrece agua o un café, llevas días sin probar nada, te lo tomas y cuando te bajan al sótano ves que estaba envenenada con sustancias psicotrópicas: te mareas, ves alucinaciones, monstruos deformes, caes flotando por un torbellino sin fin... La tortura continúa por otros medios, se trata de que pierdas el control de tu conciencia para que, inconscientemente, reveles la información que ellos creen que tienes y que les lleve a más detenciones.
En esos días, los
GRAPO habían secuestrado a Oriol, (gerifalte banquero y presidente del Consejo de Estado entre otros cargos), en apoyo a la reivindicación de
AMNISTÍA, que era un clamor en la calle y que el Estado negaba a tiro limpio. Ellos creían que yo sabía algo, incluso afirmaban que estaba en mi casa y por eso no les decía la dirección...
“Me puedes matar -le dije a Billy el Niño-, pero en mi casa están mi mujer y mis hijos, y a esos no los tocas tú”. Eso lo puso aún más histérico, con las naturales consecuencias sobre mis maltrechos huesos. También coincidió con mi detención que los
GRAPO volaron el repetidor de TV de Navacerrada (Madrid), para boicotear la campaña de propaganda del régimen por el Referéndum de la Ley de Reforma Política... Y, naturalmente, yo tenía que saber algo y conocer a los autores, así que
“caña al mono hasta que cante”... Pero ya no tenían que esforzarse como al principio: ya tenía la mandíbula partida, varias costillas rotas, todo el cuerpo lleno de moratones, los pies hinchados... Ya les bastaba un golpe o un simple roce para producirme tanto dolor como una sesión intensiva de los primeros días. Y, curiosamente, el paso de los días no apaciguó sus ánimos; para ellos era un fracaso profesional, era ya una cuestión de honor del torturador frustrado: ni Billy el Niño, ni su equipo, ni su jefe Conesa podían aceptar que un cerdo comunista, enclenque como yo, no sucumbiera. Hasta el último de los 10 días de Ley Antiterrorista me estuvieron torturando.
De la
DGS, pasé al Hospital Penitenciario adjunto a la Prisión de Carabanchel (Madrid). Para dar una idea del trabajo bien hecho por Billy el Niño y su equipo, baste decir que
¡a los 6 meses! salí con la Amnistía (por error, pero ésa es otra historia), y aún no tenía el alta médica.
Las denuncias por torturas presentadas por mis abogados, pese a la contundencia de los informes médicos, nunca prosperaron, naturalmente. Billiy el Niño continuó torturando y recibiendo condecoraciones. Sólo después de
“consolidada” la transición lo apartaron de la DGS poniéndolo de Jefe de Seguridad en la multinacional Talbot de Madrid, una empresa emblemática con 10.000 obreros en la que había que desarticular el movimiento organizado.
Quisiera añadir una pequeña reflexión: Billy el Niño es uno de esos negros personajes que encarnan la personalidad del torturador, de ideología nazi, convencido de su misión de salvapatrias, lleno de odio, sádico, que disfruta haciendo sufrir y con impunidad plena. Pero no deja de ser
una herramienta al servicio de un estado fascista, que necesita sembrar el miedo y el terror entre sus enemigos de clase. De hecho, este personaje aparece en toda esa época ligado al Terrorismo de Estado: Guerrilleros de Cristo Rey, la Triple A, Batallón Vasco-Español, etc., que acumulan cientos de acciones terroristas y asesinatos tan sonados como los de los Abogados Laboralistas de Atocha. Sus servicios al régimen son impagables, por eso lo condecoran y protegen: la Fiscalía de la Audiencia Nazional ya ha manifestado que se opondrá a su procesamiento. ¡Faltaría más! Es la manera de proteger la impunidad de sus nuevos Billys en activo, aquí y ahora mismo. Son una pieza esencial para la
“democracia”.
Firmado: José Balmón Castell
Publicado el 20/06/2013
Exposición de José Balmón Castell ex preso político antifascista comunista sufridor de la posguerra y luchador de la posguerra y de la traición del PCE
http://youtu.be/WtTYKUqqNaM